En términos de capital político, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez, se convirtió en una víctima más de la pandemia de COVID-19, pues su popularidad se ha derrumbado durante la contingencia sanitaria, pasando a ser uno de los gobernantes peor evaluados del país.
De acuerdo con el ranking de gobernadores de octubre de 2021 elaborado por la casa encuestadora Consulta Mitofsky, el integrante de Movimiento Ciudadano aparece posicionado en el lugar 25 de 32, con apenas el 44.5 por ciento de aceptación, un retroceso de tres puntos porcentuales con respecto al mes anterior.
Esta posición contrasta con la que sostenía en abril y mayo de 2020, al inicio de la pandemia, cuando registró dos veces consecutivas la octava posición, rondando el 53 por ciento de aprobación. Incluso hace un año, en octubre de 2020, aún se mantenía en la novena posición, con 52.3 por ciento de percepción positiva.
Curiosamente, antes de que se decretara la contingencia sanitaria, Alfaro también había alcanzado la posición 25 de la tabla. Sin embargo, los primeros anuncios que realizó para enfrentar la expansión del virus SARS-CoV2, como la compra de equipo médico y pruebas rápidas –que a la postre fueron inútiles- dispararon su popularidad en aquel momento.
Sin embargo, sus medidas comenzaron a ser cuestionadas tras la muerte de Giovanni López, un albañil de Ixtlahuacán de los Membrillos que murió bajo custodia policiaca. El occiso fue detenido por la policía local bajo el argumento de que no estaba usando cubrebocas en aquel momento, por lo cual ejercieron –con abuso de la fuerza- un mandato emitido por el propio gobernador.
Esto desató una oleada de reacciones negativas, que se amalgamaron en una serie de protestas en la ciudad de Guadalajara. Tras los enfrentamientos iniciales, la Fiscalía General del Estado comenzó a realizar detenciones arbitrarias contra cualquier persona –especialmente jóvenes- que estuviera en las calles, resultando en varios desaparecidos.
Al mismo tiempo, comenzó a surgir la información de cómo había aprovechado el estado de emergencia por la pandemia para endeudar a la entidad, así como dudosos contratos públicos, tanto en materia de comunicación oficial como en la adquisición de costosos vehículos con cargo al erario público.
Sus constantes enfrentamientos con el gobierno federal tampoco han abonado a incrementar su popularidad. Además de su integración a la ‘Alianza Federalista’ de gobernadores que no están conformes con el Pacto Fiscal, su negativa a implementar el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) en la entidad es otro motivo de fricción con la Federación.
Como dato curioso, a partir de que se sostuvo por segundo mes consecutivo como uno de los gobernadores mejor evaluados del país hasta octubre de 2021, Alfaro ha perdido diecisiete posiciones en el ranking de Mitofsky, es decir, en promedio ha descendido una posición por mes.
Imagen: W Radio
