Usuarios de redes exhibieron a comunicadores que activamente están promocionando la denuncia que dos familias emprendieron en contra del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, para responsabilizarlo por los fallecimientos causados por la pandemia de COVID-19, destacando entre ellos Azucena Uresti.
La doctora Violeta Vázquez Rojas, lingüista que labora como docente en instituciones como El Colegio de México y colabora para medios como Rompeviento TV, exhibió la falta de neutralidad que la presentadora estrella de Milenio Televisión está mostrando al promover activamente dicho recurso.
A través de su cuenta de Twitter, la académica compartió una captura de pantalla de una de las publicaciones de Uresti en esa red, en la que comparte uno de sus propios tuits, en el que promociona la entrevista radiofónica que le hizo al abogado que lleva este polémico caso, el exprocurador Javier Coello Trejo.
Sin embargo, lo que llama la atención de la segunda publicación de Uresti, en la que retuitea el enlace de la conversación con el litigante, es que le da difusión asegurando que ahí se encuentra toda la información disponible para aquellas personas que se quieran sumar a la demanda, enviando un mensaje al correo electrónico de Coello.
https://twitter.com/violetavr/status/1487006166920138752
Por ello, Vázquez Rojas advierte que cuando alguien asegura que se dedica a hacer periodismo ‘serio y objetivo’ está tomándole el pelo a sus seguidores. Unas horas antes, la lingüista había demostrado que el reglamento de becas Conacyt que causó tanto escándalo en medios en realidad data del gobierno de Felipe Calderón.
La demanda en contra del subsecretario fue promovida por las familias de Felipe del Carmen Jiménez Pérez y Eber Álvarez Zavala, dos personas que fallecieron a causa del virus SARS-CoV2 en 2020 y que, coincidentemente, laboraban en el despacho de Coello Trejo, quien cuenta con un negro historial como servidor público, ligado a gobiernos del PRI.
Su primer cargo de alto nivel fue durante el gobierno de José López Portillo, quien lo nombró como fiscal anticorrupción en un sexenio que se destacó, irónicamente, por la impunidad que imperó. En dicha posición, se volvió amigo del jefe de la policía capitalina, Arturo ‘El Negro’ Durazo, a quien nunca persiguió pese a los señalamientos en su contra.
Posteriormente reapareció en el gobierno federal de la mano de Carlos Salinas de Gortari, quien lo puso al frente del combate al narcotráfico. Sin embargo, fue removido de dicho puesto tras haber instaurado una serie de prácticas que sobreviven hasta la fecha –como tortura- y que constituyen violaciones a los derechos humanos, además de hacer un uso político de su cargo.
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