La vacuna mexicana contra el COVID-19 llamada ‘Patria’, anunciada hace unos meses por el presidente Andrés Manuel López Obrador no estará disponible al público sino hasta mediados de 2023, pues no fue registrada para su uso de emergencia, reveló el doctor Héctor L. Frisbee.
En entrevista con nuestra directora editorial, Meme Yamel, el médico mexicano radicado en Colorado mencionó que, de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el 15 de junio había 22 vacunas registradas para su uso de emergencia; sin embargo, esta lista se cerró tras la aprobación oficial de la primera de ellas.
Entre los biológicos que alcanzaron a entrar en la lista se encuentran los de Pfizer BioNTech, AstraZeneca –tanto la inglesa como la fabricada por el Instituto Serum de la India-, Sinovac, Sinopharm, Sputnik V, CanSino, Janssen, Moderna, NovaVax, EpiVac e incluso las vacunas Soberana, elaboradas por el gobierno de Cuba.
El doctor Frisbee señaló que, para que la vacuna ‘Patria’ cuente con el aval de la OMS, tendría que anotarse en enero del próximo año, cuando se vuelva a abrir el registro. Sin embargo, en ese momento ya no sería para uso de emergencia, sino para apertura al público, por lo que el proceso tomaría entre 14 y 18 meses, por lo que podría salir al mercado en mayo o junio de 2023.
El pasado 19 de agosto, la máxima organización internacional del sector salud actualizó la lista de vacunas que obtuvieron ‘luz verde’ para su utilización en las campañas de inoculación, añadiendo los productos que AstraZeneca está fabricando en sus laboratorios de Japón y Australia, dando un total de 24 compuestos aprobados.
Al comienzo de la entrevista, el doctor Frisbee criticó la postura que muchas personas han asumido en México con respecto a la vacunación, pues hay personas que decidieron no recibir la inyección debido a que no les tocó la dosis de la marca que ellos deseaban.
En ese sentido, señaló que la inmunización se ha convertido en una cuestión aspiracional, pues hay gente que considera que recibir una dosis de una vacuna ya aprobada para su uso comercial en otros países –como Pfizer- representa un estatus social más elevado y que, por el contrario, se han hecho campañas para demeritar otros productos, como los de origen chino.
En particular resaltó el caso de una joven en la Ciudad de México que, tras hacer que su madre permaneciera formada toda la noche, terminó rechazando la inoculación debido a que la vacuna que estaba disponible en la sede que le correspondía era Sinovac y no Pfizer, la cual era la de su preferencia.
También habló sobre casos en los que las propias enfermeras que están aplicando las inmunizaciones son quienes demeritan la efectividad de algunas marcas. En ambos casos, señaló que se trata de una cuestión de ignorancia, pues todas tienen el 100 por ciento de efectividad; mientras que la eficacia –el porcentaje que varía- es la fuerza con la que el biológico impacta en el sistema inmunológico de cada persona.
En el caso de la joven que rechazó la vacuna, señaló que en su lugar de residencia (Colorado), el haber hecho que su madre se formara para que al final decidiera no pasar podría considerarse abuso a una persona mayor, delito que se saldaría con una multa de 500 mil dólares y una pena mínima de cuatro años de prisión.
Con información de Al Chile y la Organización Mundial de la Salud.
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