InternacionalesPolítica

Frenar la destrucción de ecosistemas será determinante para prevenir nuevas pandemias

Murciélagos, civetas, pangolines, serpientes, todos ellos han sido propuestos como presuntos responsables de la pandemia que azota al mundo actualmente, causada por una nueva cepa de coronavirus, patógeno que ha matado a más de 2 millones 300 mil personas en el mundo, además de infligir severos daños políticos, comerciales y económicos.

No obstante, los verdaderos culpables detrás de este pernicioso brote vírico no son los animales, sino nosotros, los humanos.

De acuerdo con diversas investigaciones científicas, los principales brotes de enfermedades zoonóticas, es decir, aquellas causadas por patógenos que pueden transmitirse en forma directa o indirecta a los humanos, están asociados con la creciente destrucción de ecosistemas y hábitats naturales.

En el mismo sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que el 70 por ciento de las enfermedades emergentes zoonóticas tiene su origen en la deforestación, lo que significa que los cambios en la biodiversidad tienen el potencial de modificar los riesgos de exposición a estas enfermedades infecciosas ligadas con los animales y las plantas.

Las investigaciones sugieren que la biodiversidad tiene un papel protector frente a la aparición de agentes infecciosos, puesto que cuando las poblaciones animales desaparecen, los virus buscan saltar a otras especies. Por ejemplo, brotes virales como el Ébola y el VIH emergieron de zonas con altos índices de deforestación y donde la biodiversidad fue desapareciendo progresivamente.

Mucha gente piensa en la biodiversidad o la naturaleza como algo separado de nuestro entorno, quizá algo que queremos salvar, aunque puede que no importe demasiado si no lo hacemos. Sin embargo, debemos ser conscientes de que, como seres humanos, nuestra supervivencia sigue dependiendo en gran medida de la naturaleza.

Nuestros océanos y bosques almacenan carbono, nuestros ecosistemas previenen plagas por especies individuales y nuestra miríada de tipos de plantas sirven como ‘farmacias naturales’, con tantas curas potenciales para enfermedades aún por descubrir. Muchos componentes de la medicina que ahora damos por sentado se originan en la naturaleza, incluidos los ingredientes de la aspirina, la penicilina y la quinina, que se utilizan para la medicación contra la malaria.

Cabe mencionar que la sustancia activa del Aplidin, un medicamento que arroja una nueva esperanza en la lucha contra la pandemia de COVID-19, proviene de un invertebrado primitivo marino, aplidium albicans, perteneciente a la familia de los tunicados, que viven en los arrecifes de coral, actualmente en grave peligro de desaparecer por completo hacia mediados de siglo a no ser que se reduzcan lo suficiente las emisiones de carbono como para ralentizar el calentamiento de los océanos.

En cuanto a la prevención de futuras pandemias, Rodolphe Gozlan y Soushieta Jagadesh ofrecieron los siguientes puntos en un artículo para The Conversation:

  • Entre más huéspedes distintos existan, es menos probable que se trasmita a seres humanos
  • Entre mayor diversidad exista, es más probable que los patógenos se alojen en huéspedes intermediarios, en lugar de alcanzar directamente a los seres humanos
  • Si la diversidad genética se reduce porque las poblaciones disminuyen, la probabilidad de que aparezcan resistencias a ciertas enfermedades se cae también

Portada: Flikcr

Related posts

Marko Cortés exige a Máynez que decline en favor de Xóchitl

The Mexico News

Morena denuncia censura del IECM por Cartel Inmobiliario

The Mexico News

Chertorivski aclara que no declinará a favor de Taboada

The Mexico News