Estamos en un momento un tanto cuando extraño, nunca se había visto una circunstancia de este tipo, puesto que a final de sexenio estaba el Presidente en funciones y paralelamente el Electo que, mucho o en casi todo, simpatizaba con la línea de gobierno establecida, por lo que se garantizaba cierta continuidad.
Pero este caso es único en su tipo, pues tenemos en el cargo al Presidente Constitucional más repudiado de la Historia (probablemente solo lo superen personajes como Victoriano Huerta o Antonio López de Santa Anna) y al mismo tiempo tenemos al Presidente Electo más votado de la Historia (con poco más de 30 millones de los votos emitidos).
Proceso
Otra circunstancia única es el porcentaje de participación ciudadana en relación con los votos recibidos por el ganador, pues este sufrió una recaída, para luego recuperarse en las últimas dos elecciones presidenciales y alcanzar su máximo histórico en 2018:
1988 – participación electoral de 52.01% – Con sospecha de fraude y el 48.93% de los votos, Carlos Salinas asume la Presidencia. Lo recordamos por la crisis que heredó a la siguiente administración y le estalló en las manos a Ernesto Zedillo.
1994 – participación electoral de 77.22% – El asesinato de Colosio revive la llama ciudadana y Zedillo llega a Presidente en condiciones medianamente legítimas y un apoyo del 48.69% de los votantes. Se le recuerda por el rescate bancario con la creación del FOBAPROA (hoy IPAB).
2000 – participación electoral de 63.97% – Decepcionados del PRI los electores dan su “voto útil” a Vicente Fox que gana con el 42.52% de los sufragios emitidos. Se da la primera alternancia en 71 años (el PNR, hoy PRI asume la presidencia por primera vez en 1930). Se le recuerda por haberle abierto la puerta al crimen organizado sin control y venderse como entretenimiento a las televisoras.
2006 – participación electoral de 58.55% – Con sospecha de fraude (otra vez, pero ahora medianamente documentada), Felipe Calderón asume la Presidencia. Con 35.91% de los votos emitidos, una ventaja de solo 0.56% sobre el segundo lugar y una legitimidad muy lastimada, entra por la puerta trasera de San Lázaro para protestar el cargo. Lo recordamos por los más de 100,000 muertos y otro buen número de desaparecidos.
2012 – participación electoral de 63.10% – Con sospecha de fraude (una vez más y perfectamente documentada), Enrique Peña Nieto asume la Presidencia con 38.20% de los votos emitidos. Quedará en la memoria histórica por ser el mandatario con menor aprobación (llegó a tener 9%) y por el desproporcionado crecimiento de la corrupción, la impunidad y el desvío de dinero público.
2018 – participación electoral de 63.42% – Andrés Manuel López Obrador llega a la Presidencia con el 53.19% de los votos emitidos. Hasta ahora es considerado el Presidente más votado de la Historia, el que ha gozado de mayor legitimidad y el mandatario electo más dedicado, pues llegó al cargo (electo, aún no constitucional) con un proyecto de nación elaborado y con un gabinete formado, comenzó a gestionar sus promesas de campaña desde el 3 de julio (dos días después de la elección al reunirse con el Presidente Peña Nieto), mismas que se han ido materializando desde el 1 de septiembre cuando los legisladores de MORENA asumieron el Poder Legislativo Federal.
Agridulce
La celebración del 208 aniversario del inicio de la lucha por la Independencia tiene un sabor agridulce, precisamente porque tenemos dos ejecutivos federales, uno constitucional y otro electo, en extremos abismales.
Por un lado está Enrique Peña Nieto, repudiado, salpicado de corrupción, con un equipo de trabajo brutalmentre cuestionable, tuvo un legislativo totalmente complaciente y promulgó reformas por las que el nombre del país debería de ser México, inc. o México S.A. de C.V. por la enorme cantidad de contratos ventajosos que dio a prominentes empresarios nacionales y extranjeros.
Por el otro está Andrés Manuel López Obrador, luchador social de larga carrera, caracterizado por su modo honesto y congruente de vivir, trabajador desde los primeros días posteriores a su elección para dos cargos (Jefe de Gobierno del D.F. y Presidencia de la República), legítimo, preocupado por el pueblo, un negociador no complaciente, escuchado por la prensa y con un equipo formado y capacitado para las tareas encomendadas en el que no pesan sospechas de corrupción u otros delitos.
Por eso, estimado lector, usted que piensa… ¿gritará ¡Viva México! o ¡nada qué celebrar, una vez más!?