Recientemente el Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador, dio a conocer la estrategia seguridad pública que implementará en su sexenio, lo que ha provocado reacciones encontradas.
Por un lado hay quien la crítica a rajatabla y ya afirma que Andrés Manuel es un dictador que nos convertirá en Venezuela, otros que no la aprueban pero no son agresivos y unos más que estamos a la expectativa de lo que sucederá.
Pienso que, sí bien es cierto que a raíz del uso de fuerzas militares y navales para realizar labores de policía la seguridad pública ha dejado mucho que desear, también es igual de cierto que el marco legal no marcaba bien (y aún no lo hace) los límites de la participación de la Marina y el Ejército, por lo que se ha actuado más por criterio de los mandos que por estrategia definida.
Sangre e incertidumbre
Felipe Calderón al final de su sexenio llegó a mencionar que la falta de un marco legal en el combate frontal al crimen organizado propició múltiples violaciones a derechos humanos (no en balde la reforma constitucional en esta materia en 2011), abuso de poder y homicidios discrecionales, estos últimos los ma llamados ‘daños colaterales’ (https://www.nexos.com.mx/?p=14585). El saldo fue de más de 100 mil muertos y otro tanto más de desaparecidos.
Por otro lado en este sexenio que termina, encabezado por Enrique Peña Nieto, el Secretario de la Defensa Nacional Salvador Cienfuegos expresó que los militares tenían incluso miedo e inseguridad para actuar debido al endeble marco legal que determina su campo de acción y procedimientos a seguir, es decir, que saben que los van a sancionar, pero están en la disyuntiva de decidir si reciben lo conducente por un mal procedimiento o por no obedecer una orden. En 2017 ya se había rebasado la cifra de los 100 mil muertos y aquel año fue declarado como el más violento de la última década.
Producto de lo anterior nació un ‘Frankenstein’ del Presidente Peña Nieto: la Ley de Seguridad Interior que resultó estar tan mal hecha que ya fue declarada anticonstitucional por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
La Guardia Nacional
Es aquí donde llegamos al punto álgido del tema, pues la propuesta de AMLO consiste en formar una Guardia Nacional integrada por marinos, militares y policías federales en un esfuerzo conjunto para resolver los problemas de inseguridad que nos atacan a diario y llenar los zapatos que las policías de los diferentes niveles estatales no han podido cubrir.
Cabe mencionar que el Presidente Electo aún no es Constitucional, el fallo de la Suprema Corte aún no es ley, la Guardia Nacional aún no se constituye y muchos ya dan la estrategia por pérdida y fracasada, nada más fuera de contexto, pues no puedes tildar así una propuesta que aún no ha sido puesta en marcha, así como tampoco puedes calificar de dictador a un funcionario electo que aún no asume el cargo.
Ahora, se entiende el miedo de algunos que, con argumentos basados en las anteriores experiencias, han manifestado que la propuesta no les gusta y pueden tener razón, pues se parece mucho a lo que hasta ahora se ha implementado.
Sin embargo, hay que tomar en cuenta algunos puntos que son la antesala del Plan de Paz y Seguridad y que lo distinguen de las estrategias empleadas por Fox, Calderón y Peña Nieto:
* Estará regulada por la SEDENA que, por cierto, se profesionalizará para no repetir los errores del pasado.
* Se quitaron los “superpoderes” a la SEGOB (recordemos que las labores de seguridad pública se integraron a esta dependencia con la promesa de que se obtendrían mejores resultados que, por cierto, nunca llegaron).
* Producto de lo anterior se formará la Secretaría de Seguridad Pública (creada en el sexenio de Calderón y suprimida en el de Peña Nieto para traspasar sus funciones a la SEGOB).
* Se mejorará en breve los salarios y prestaciones de las jerarquías inferiores (tropa, marinos y policías federales) para que la oferta del crimen organizado no sea atractiva.
* Se propone legalizar la marihuana (actualmente solo existe una jurisprudencia de la SCJN) y regular el consumo de otras drogas (uno de los proyectos que Olga Sánchez Cordero impulsará a través de la SEGOB), lo que limitará su comercio ilegal y, por consecuencia, uno de los brazos del crimen organizado, el narcotráfico (ojo, el problema de la drogadicción es otro boleto).
¿Solución asertiva o mal necesario?
Ahora bien, ninguno de los puntos anteriores es la varita mágica que resolverá nuestros problemas pero es un buen primer paso, por lo que deberíamos esperar a ver como se implementa y qué resultados da en el primer año de gobierno para después de esto emitir opiniones a favor o en contra, ya que un muy buen número de mexicanos no votó por AMLO y los que lo hicimos lo apoyamos pero no le extendimos un ‘cheque en blanco’.
Y otra cosa es cierta. A AMLO se le acusa de un buen número de cosas, infracciones, omisiones y hasta delitos que, hay que admitir, AUN NO SON SU RESPONSABILIDAD, por lo que hay que ser prudentes en lo que expresamos en todo sentido y exigir al que aún corresponde.
Usted interprete.
Con información de vidaenmex
