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A un año de SISMO seguimos “Con El Puño en alto”: esperando justicia y reconstrucción

MEXICO CITY, MEXICO - SEPTEMBER 19: Rescuers gesture as looking for victims amid the ruins of a building knocked down by a magnitude 7.1 earthquake jolted central Mexico damaging buildings, knocking out power and causing alarm throughout the capital on September 19, 2017 in Mexico City, Mexico. The earthquake comes 32 years after a magnitude-8.0 earthquake hit on September 19, 1985. (Photo by Pedro Mera/Getty Images)

Cuando cumplimos un año del terremoto que sacudió buena parte de nuestro país, estamos obligados a recordar a las victimas fatales, los heridos y a quienes perdieron parcial o totalmente sus viviendas. Todavía hoy no se ha resuelto la mayoría de la destrucción y afectaciones provocadas por ese traumático evento, y los gobiernos locales y federal, tal como sucedió en 1985, fueron omisos o cuando mucho “se quedaron cortos”.

Ese 19 de septiembre de 2017, la sociedad tomó las calles de manera inmediata, brindando su desinteresado apoyo y ayuda a todo aquel que lo requería. Vimos como todos, pero sobre todo los jóvenes, se organizaron y coordinaron espontáneamente y comenzaron las labores de rescate mientras las autoridades todavía estaban “analizando” lo ocurrido. La sociedad, en tan solo unas pocas horas, ya había instalado centros de acopio, sistemas efectivos de distribución de ayuda, cadenas humanas para la remoción de escombros y traslado de heridos para su atención médica.

Y mucho tiempo después empezó a llegar el auxilio de las autoridades quienes, salvo unas pocas y muy heroicas excepciones, en lugar de coordinarse con una sociedad ya movilizada y organizada, decidieron hacerla a un lado y tomar el control, empezando de cero, de manera confusa, poco coordinada y con una innecesaria secrecía y oscuridad, provocando descontento, enojo y hasta enfrentamientos con quienes ya estaban perfectamente organizados.

La ayuda de la sociedad no se limitó a la Ciudad de México, pues mucha gente se organizó para llegar hasta los lugares más remotos en los estados de Morelos, Puebla, Oaxaca y Chiapas para brindar apoyo a los damnificados. Transportados en todo tipo de vehículos, desde autos particulares hasta camiones con víveres tomaron la carretera para hacer llegar lo mínimo indispensable a las comunidades afectadas.

Pero así como vimos actos heroicos y desinteresados, también sufrimos la conducta carroñera de muchas autoridades, como el secuestro de camiones con apoyos por el gobernador de Morelos, Graco Ramírez, con la intención de utilizarlos políticamente. O el secuestro y posterior “desaparición” por parte del gobierno federal de los millones de dólares donados por gobiernos y personalidades.

Vimos también como se coludieron autoridades y medios para lucrar políticamente con la tragedia, ya sea para golpear a rivales o beneficiarse ellos mismos, repartiendo culpas sin sustento ni averiguación previa, o el punto más bajo, lamentable y mezquino en el periodismo protagonizado principalmente por Denise Marerker y Carlos Loret de Mola con el tristemente célebre reportaje ahora conocido como el de “Frida Sofía”.

En la tragedia vimos las dos caras del comportamiento humano: El heroísmo y la mezquindad, el desinterés, la entrega y quien se aprovechó de las circunstancias para beneficiarse. Pero como en la vida misma, triunfó esa solidaridad que los mexicanos traemos en la sangre, en nuestro ADN.

Después llegaron las miserias y mezquindad de las autoridades en los tres niveles de gobierno, que han regateado el apoyo a damnificados a tal grado que hoy, exactamente a un años del sismo, todavía hay gente viviendo en las calles. Políticos moralmente degradados que van desde quienes literalmente se “embolsaron” los apoyos para la reconstrucción, hasta un presidente que sugiere a los damnificados que reconstruyan sus viviendas “formando tandas”.

Hay mucho que decir sobre la miseria humana de las autoridades alrededor de este triste y traumático evento, sobre el dolor y la desesperación de miles de personas que lo perdieron todo, pero en esta ocasión yo prefiero quedarme  con el heroísmo y la solidaridad de una sociedad que el terremoto despertó de su letargo y se entregó en cuerpo y alma a salvar a sus semejantes

¡CON EL PUÑO EN ALTO!

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