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Coronación de Carlos III: un legado de escándalos, opulencia y protestas

En medio de exorbitantes gastos -cerca de 5 mil millones de pesos-, represión a manifestantes antimonárquicos, una narrativa de presunta inclusión y las polémicas familiares, Carlos III celebró su coronación como soberano del Reino Unido este sábado.

Las calles de Londres y la abadía de Westminster fueron testigos de la ceremonia -con un costo de 250 millones de libras esterlinas- para ungir al monarca de 74 años de edad como soberano. Al mismo tiempo, la policía detuvo a seis manifestantes que pedían la abolición de la monarquía en Trafalgar Square.

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Los escándalos de la Corona británica

La monarquía británica es una de las más longevas de Europa, iniciando en el año 927, cuando Athelstan -nieto de Alfredo ‘El Grande’- recibe el título de Rey de toda Britania. Desde entonces, numerosas familias ocuparon la corona inglesa, como los York, los Lancaster, los Plantagenet, los Tudor, los Stuart (Estuardo), los Hannover o los Windsor.

La familia Tudor

Tras siglos de enfrentamientos entre las casas de York y Lancaster, Enrique VII puso fin a la polémica cuando ascendió al trono como el primer representante de los Tudor, una familia noble de origen galés. Sin embargo, este cambio solo incrementó las controversias.

Su hijo, Enrique VIII, es uno de los monarcas más reconocidos de la historia, aunque más por su indiscreta vida privada, la cual provocó, entre otras cosas, el rompimiento del reino de Inglaterra con la Iglesia Católica, al casarse hasta en seis ocasiones diferentes, muchas de ellas por capricho.

Además de su divorcio de la princesa española Catalina de Aragón, sus relaciones con las hermanas Mary y Ann Boleyn, la decapitación de esta última para casarse con Jane Seymour forman parte del folclor popular en torno a su figura.

Irónicamente, el desequilibrio provocado por Enrique VIII y sus dos sucesoras inmediatas -sus sobrinas Jane Grey y Mary Stuart- desembocaron en uno de los reinados más estables y reconocidos, no solo de la historia británica, sino también de la occidental: los 45 años de Isabel I -hija de Ann Boleyn- como monarca, quien convirtió a la isla en una potencia mundial.

Estuardos y Hannover

Tras la muerte de la ‘Reina Virgen’ los Stuart volvieron al trono británico, no exentos de polémica, ya que su creencia en el absolutismo y su preferencia por el catolicismo llevó a conflictos, tanto con el Parlamento como con la población inglesa, desembocando en la Guerra Civil Inglesa y la Revolución Gloriosa de 1688.

Tras este último conflicto, la reina Anna II y su esposo, William de Orange, entregaron el control a la familia de Hannover en 1701. Uno de los más recordados monarcas de esta casa fue Jorge III, quien gobernó durante una gran parte de su reinado de 60 años con signos crónicos de deterioro mental, que le valieron el apodo de ‘El Loco’.

En ese mismo periodo, ocurrió uno de los mayores reveses en la historia del Imperio Británico: la independencia de las Trece Colonias norteamericanas, en aquel entonces consideradas la ‘joya’ de la corona.

Sin embargo, su nieta Victoria, rápidamente dio la vuelta a la situación, logrando el control de una cuarta parte de la superficie del planeta, con un brutal -y a menudo inhumano- dominio en todos los continentes. El ascenso de su hijo Eduardo VII representó el final de la Casa de Hannover y el inicio de los Sajonia-Coburgo-Gotha, que eventualmente se convirtieron en la actual Casa de Windsor.

Hasta ahora, el más polémico de los representantes de esta familia real fue Eduardo VIII, hijo mayor de Jorge V, quien abandonó el trono tras once meses ante la imposibilidad de casarse con la socialité estadounidense Wallis Simpson. La pareja también es recordada por su cercanía con Adolf Hitler y la Alemania Nazi.

Carlos III

Hijo mayor de la reina Isabel II y del duque Alberto de Edimburgo, Carlos ostentó el título de Principe de Gales -reservado al heredero al trono- desde los 10 años de edad. Eso provocó que el control de su vida privada recayera a menudo en las órdenes del Palacio de Buckingham.

Un ejemplo de ello fue el rechazo de la monarca al enamoramiento de su primogénito Carlos con Camilla Shandy, operando incluso -según algunas versiones- el traslado del príncipe como oficial de la Marina y el matrimonio de la joven noble con el militar Andrew Parker-Bowles, con quien mantuvo una relación intermitente por varios años.

La Corona también arregló el compromiso de Carlos con Lady Diana Spencer, perteneciente a una de las familias nobles más antiguas de Inglaterra -al igual que Winston Churchill-, uno de los matrimonios más conocidos y más escudriñados de la historia contemporánea.

Los biógrafos de Diana aseguran que, desde las fases iniciales del matrimonio, el príncipe heredero sintió celos de la enorme popularidad que Diana desarrolló durante las primeras giras oficiales, que la convirtieron en una de las figuras más populares y queridas de la historia.

La eventual separación y divorcio de la pareja real es, hasta la fecha, uno de los asuntos más publicitados de las últimas décadas, convirtiendo la vida de todos los involucrados -incluyendo a sus hijos William y Harry- en un ‘infierno’ y desatando dudas sobre la implicación de la Familia Real en el fallecimiento de la ‘Princesa de Corazones’ en un accidente en 1997.

Harry y Meghan

El príncipe Harry provocó un ‘terremoto’ mediático tras anunciar su relación con la actriz estadounidense Meghan Markle, protagonista de la serie de televisión Suits. Además de su nacionalidad, profesión y estatus civil (divorciada), miembros de la Familia Real y la prensa británica cuestionaron el color de su piel.

El propio hijo menor del ahora rey confirmó los numerosos rumores sobre el presunto racismo hacia su esposa en las entrevistas, documentales y el libro que publicó durante los últimos meses.

En todas estas obras, Harry denunció que las oficinas de prensa de Carlos y William participaron activamente en la difusión de rumores que afectaban la imágen de Meghan, especialmente en situaciones en las que la Familia Real estaba en medio de escándalos, como los de su tío Andrés.

Desde hace varias semanas, Harry -separado de sus obligaciones con el Palacio de Buckingham- anunció que asistiría a la coronación de su padre, aunque sin la presencia de su esposa. El duque de Sussex apareció en la tercera fila del evento, alejado de su hermano y su familia, y abandonó rápidamente la abadía de Westminster.

Con información de la BBC, El Financiero y AFP.

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